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LA DÉCIMA O ESPINELA


De ella generalmente se dice que es una composición poética que debe su nombre al sacerdote español Vicente Espinel Martínez, novelista, poeta, vihuelista (1520-1624), quien fue el primero en utilizar la décima que fue traída a América en los tiempos de la conquista y colonia.

La décima se compone de dos estrofas de cuatro versos octosílabos, cada una con consonantes del primero con cuarto y del segundo con tercero, entre los que se introducen otros dos versos octosílabos auxiliares o transición del pensamiento para ligar entre sí la tesis y la conclusión: los consonantes de estos dos auxiliares se ligan el primero con el cuarto y el segundo con el séptimo. La tesis de la composición en la décima se presenta y desenvuelve en la primera redondilla. La prueba del pensamiento se establece en dos versos posteriores y la segunda cuarteta o redondilla completa con perfección al raciocinio poético. Como vemos hay todo un «Complejo cultural» que da forma a la décima en el mundo hispánico.

Hay que recordar que existen otros aspectos preponderantes al elaborar un verso: saber con propiedad qué es una palabra aguda, grave y esdrújula. Si se desconoce esto, entonces no se puede poner en práctica “las licencias poéticas.

Por otro lado, también recordemos que para contar las sílabas poéticas debe tenerse en cuenta los llamados grupos vocálicos o fenómenos métricos.Todo esto nos lleva a observar que una cosa es la separación o división gramatical del verso y otra, es la división aplicando los fenómenos métricos y las licencias poéticas. También, permite reflexionar que la décima en toda su rigurosidad o pureza exige conocimientos lingüísticos. No hay que olvidar que en España fue abordada por la intelectualidad y al llegar a América fue el campesino quien se apropió de ella. Como dijo un decimero cubano: “se aplatanó” La décima en el Caribe colombiano es por lo general cantada a capela. Cada decimero canta con una entonación y un ritmo particular.

lunes, 21 de marzo de 2016

VERSIFICACIÓN EN VUELO DE LIBERTAD.



TRUISMO


Bajo el compás silencioso
de una mirada plateada y serena,
una danza nocturnal y sin murmullo en la arena
sepulta al son de las horas la redondez del día
que en el final de su agonía
libera el vuelo quietador de la decrepitud,
bailarina arrolladora de toda juventud.
Por eso, cada día no somos más que cópulas de ayeres
acompasadas en lejanía efímera de amaneceres
donde se desploma la mortalidad 
y

sucumbe el eco luctuoso de la humanidad.

DECAIMIENTO CIRCULAR



El día que mi alma comprenda su propia alma,
quedamente observaré lo inenarrable que anida en ella
y en las otras almas.
Creo que en mí es una ola en la mar.
Creo que su onda estimula mi cuerpo, lo abanica y lo hace agitar.
Creo que hay amaneceres en que languidece como cada año,
pero en mí algo se remoza y refulge la alegría,
incluso en la prelusión de los nuevos días.
Luego silenciosamente otra vez sucumbo en lo inimaginable
y mi alma y su propia alma volvemos a lo inenarrable.

EMPATÍA GENERAL



Cuando sentimos que el ocaso nos arropa
con su manto sepulcral e ineluctable,
comenzamos a partir antes de morir.
Lo justo se vuelve injusto.
Ya nada es sereno en lo inefable,
más bien abismal con cascadas de veneno:
fase injusta de la vida que refleja una ironía,
oprime la esperanza y perturba la armonía.
Y si la hora del deceso salta antes de la hora
se trunca el número de auroras y con ellas,
la existencia, el sufrir,y la voz doliente
que musita lentamente:
¡ Dios mio ! ¡ Auxilia este morir!
¡ Dejame exitir! ¡ No por mí!
¡ Sino por quienes tengo que vivir!

LUDOMANÍA
Soñar en la naturaleza
que identifica la pobreza
es redundar en la dimensión
que aviva la quimera de una ilusión.
La más común: comprar la lotería,
alternativa sublimadora de esperanzas
rotativas o saltarinas
que al llegar a la quietud agónica
fumiga el monólogo de un soñador no dimitente
en esa búsqueda quimérica
que nace cada día cuando compra la lotería.




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