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LA DÉCIMA O ESPINELA


De ella generalmente se dice que es una composición poética que debe su nombre al sacerdote español Vicente Espinel Martínez, novelista, poeta, vihuelista (1520-1624), quien fue el primero en utilizar la décima que fue traída a América en los tiempos de la conquista y colonia.

La décima se compone de dos estrofas de cuatro versos octosílabos, cada una con consonantes del primero con cuarto y del segundo con tercero, entre los que se introducen otros dos versos octosílabos auxiliares o transición del pensamiento para ligar entre sí la tesis y la conclusión: los consonantes de estos dos auxiliares se ligan el primero con el cuarto y el segundo con el séptimo. La tesis de la composición en la décima se presenta y desenvuelve en la primera redondilla. La prueba del pensamiento se establece en dos versos posteriores y la segunda cuarteta o redondilla completa con perfección al raciocinio poético. Como vemos hay todo un «Complejo cultural» que da forma a la décima en el mundo hispánico.

Hay que recordar que existen otros aspectos preponderantes al elaborar un verso: saber con propiedad qué es una palabra aguda, grave y esdrújula. Si se desconoce esto, entonces no se puede poner en práctica “las licencias poéticas.

Por otro lado, también recordemos que para contar las sílabas poéticas debe tenerse en cuenta los llamados grupos vocálicos o fenómenos métricos.Todo esto nos lleva a observar que una cosa es la separación o división gramatical del verso y otra, es la división aplicando los fenómenos métricos y las licencias poéticas. También, permite reflexionar que la décima en toda su rigurosidad o pureza exige conocimientos lingüísticos. No hay que olvidar que en España fue abordada por la intelectualidad y al llegar a América fue el campesino quien se apropió de ella. Como dijo un decimero cubano: “se aplatanó” La décima en el Caribe colombiano es por lo general cantada a capela. Cada decimero canta con una entonación y un ritmo particular.

SI UNO SUPIERA EL FINAL DE LAS COSAS.



SI UNO SUPIERA EL FINAL DE LAS COSAS
-¡Ay, lo van a matar!
- ¿Y qué podemos hacer? –respondió Mary. Inmediatamente continuó aseverando:
- Tú siempre piensas lo que no es.
¿Y qué más se puede pensar ante esta situación?

Los hombres en sus rostros  mostraron la decisión de ejecutarlas si intervenían. Mary no podía moverse. Lo mismo le pasaba a Rosa. La acción de los malhechores sobre la victima impotente cautivó todos sus sentidos. Imploraban que no hubiese una falla de energía, pues había comenzado a llover y en la ciudad de Barraquilla el corte de fluido eléctrico es lo más esperado. Los delincuentes al ver la reacción de las mujeres entendieron una complicidad única. Uno de ellos dejó ver la furia cuando acercó los ojos a las atónitas mujeres y lanzó dos oraciones endemoniadas:
-¡Quiero ver correr sangre! ¡Necesito matar!

Al fondo de la escena el espacio se alumbraba por el paso raudo de las lámparas de los automóviles y, momentáneamente, Mary y Rosa experimentaban un destello en sus ojos de los que dejaban escapar el desespero por no poder penetrar el espacio físico de la acción macabra. Cuando los delincuentes sacaron los filosos cuchillos para propinar las heridas mortales a la víctima, Mary se abalanzó sobre ellos y apagó el televisor. Fue lo único que se le ocurrió como la mejor alternativa y así, evitar cometer un crimen ante ellas. Luego musitó lentamente: si uno supiera el final de las cosas lo más probable es que las cosas pierdan la fantasía y el encanto de la misma.



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