Por una adaptación analógica a los integrantes de estos grupos se les identifica como letanarios o letanieros. Es importante resaltar que el primer responso utilizado en las letanías fue: “que se pague este rosario con media botella de ron.”
Desde el nacimiento de las letanías barranquilleras, éstas no han sido del agrado de algunos sectores sociales. Tal vez ese repudio obedece a que es un parto popular o que sublima el mensaje satírico, burlesco que hiere susceptibilidades. También muchas veces caen en un plano vulgar. A pesar de todo se ha mantenido en el carnaval gracias a los grupos de letanías con ese acto comunicativo caricaturizado, y que en el fondo, no hace más que implorar, suplicar la génesis del cambio. No hay que olvidar que parte del ropaje de la letanía barranquillera es tomado de la letanía católica. Y para la puesta en acción no necesitan acompañamiento musical ni coreografía. Y cuando los versos de arte mayor o menor y la consonancia entre ellos deja escapar una lectura melodiosa se manifiesta una actitud especial de la esencia caribe: la creatividad de mamar gallo.
Lamentablemente la letanía no ocupa el sitio que merece como expresión folclórica, pero ella puede permitir el acercamiento fácil a una creación poética de mayor extensión con métrica regular y versos consonánticos. Por ejemplo: la décima (forma poética cultivada en el Atlántico). No obstante, hay que abonar el camino para que la letanía no sólo sea caricatura, sino también, elogio que en las letanías católicas son piropos a la virgen María.
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